FESTIVIDADES DE SAN JUAN Y SAN PEDRO
El San Juan, desde el punto de vista religioso, corresponde a la fecha de la fiesta de San Juan Bautista y por otro lado coincide casi con el comienzo del verano en el hemisferio norte (21 de Junio). Tuvo en sus orígenes una connotación popular por cuanto era la fiesta que los patronos les celebraban a sus peones, vaqueros, arrieros, gañanes y servidumbre en general. Los preparativos se iniciaban con llegada de las brisas Sanjuaneras; las casas campesinas se pintaban con llamativos colores, se remodelaban las barbacoas, se desempolvaban las bancas y los mejores asientos de cuero y del viejo baúl se sacaban los más vistosos manteles y las finas bateas de barro para servir las suculentas comilonas. El 23 desde muy temprano se preparaban los tamales y los bizcochuelos. Al caer la noche sobre los campos se iniciaba la jurrusca y las familias completas se reunían luciendo las mejores prendas. Las mujeres con largas y rotondas faldas florecidas, blusas blancas de arandelas, vistosas gorras y nuevas alpargatas; los hombres con pantalón de bota arremangada y camisa impecable mente blanca, un pañuelo rabo ‘e gallo y un elegante sombrero. A la luz de antorchas, espermas, lámparas de petróleo y luego de la moderna Coleman, se iniciaban los bailes que duraban toda la noche y que estaban animados por conjuntos musicales de familias campesinas, que arrancaban de sus guitarras, tiples, carrascas, maracas, bandolas, chuchos, flautas, puercas y tamboras, hermosas melodías. Al calor de la mistela y el aguardiente mosto, que de contrabando los abuelos escondidos en los montes destilaban con sumo cuidado y con el mejor anís en rústicos alambiques, se entonaban coplas por medio de las cuales se hacían declaraciones, promesas de amor eterno y hasta se sacaban los cueros al sol entre compadres cuando no era que ocultas verdades se revelaban. El compañero inseparable de las jurrusca era el volador que explotaba en los cielos campesinos y que por doquier llevaba un mensaje de alegría. El 24 hacia las cuatro de la madrugada termina la jurrusca y con el canto de los gallos y el aroma de los naranjos, mirtos, azúcenos, cambulos y gualandayes, se inicia por todos los caminos el desfile hacia la cristalina quebrada o el caudaloso rió allí se cumple el tradicional baño. Las mujeres lucen su chingue floreado, de color rojo, ancho y hasta los tobillos; los hombres sus chingas de un solo tono envueltas en su cintura. Aquí no podían faltar las maliciosas miradas de los mozos y solterones empedernidos, quienes teniendo como principal cómplice las en ese momento envidiadas aguas, descubrían encantadoras curvas y talladas piernas de lindas y codiciadas morenas; aquí se iniciaban muchos amoríos, que en la mayoría de los casos terminaban en casorios. Al amanecer el baño termina y los hombres se retiran a preparar la embarcación. En balsas de vástago de plátano o guaduas muy bien adornadas, acompañado por la chirimía (ruidosa y muy alegre agrupación musical) baja por el rió el legendario y típico personaje. Lo esperan cientos de jinetes que montan los más hermosos caballos de la región, el mohán, la patasola, el mandingas, la candileja y todos los demás; se inicia un concurrido desfile; por caminos y calles van quedando tendidos aquellos borrachitos que bebieron pelapinga como si el mundo se fuera a acabar y que no pudieron disfrutar como los demás de la despescuezada de gallos, las carreras de burros y de encostalados, lo mismo que la vara de premio. Ha llegado el mediodía, la hora del toreo, los más bravos toros traídos de los grandes hatos son soltados uno a uno en la corraleja de guadua, para que sean lidiados por los nativos con sus camisas, sombreros y ponchos; algunos con sus faenas demostraban el valor de hombre, en pos de la conquista de una pretendida morena. La corrida termina al caer la noche, muchos son los aporreados y seguramente no falto el muerto. Se inicia la verbena, las bandas entonan sanjuaneros, bambucos, torbellinos y rajaleñas, aires musicales nacidos con la fiesta de San Juan. Todo el mundo baila, la noche termina, el nuevo día llega y con su alba culmina la celebración más auténtica del pueblo campesino. La fiesta de San Pedro es tan antigua como la de San Juan, solo que era la celebración de los patronos, los grandes gamonales y sus capataces, que con sus familias se entregaban a disfrutar, como días antes lo habían hecho sus peones. Los preparativos empezaban con los del San Juan, se alistaban grandes cantidades de aguardiente y mistela, se aseaban y decoraban cuidadosamente los patios de las haciendas, pues era allí donde se servían bajo la sombra de frondosos árboles, todas las viandas que habían sido preparadas. En la fiesta de San Pedro, era cuando se sacrificaba la mejor lechona, que asada al horno se convertía en el más exquisito manjar de los adinerados. Se contrataban los mejores conjuntos musicales de la comarca y la víspera por la noche se realizaban grandes quemas de pólvora, las que se denominan “noches de Vacas Loca”; en ellas aparecían la candelilla, un experto mitológico, que provisto de un látigo alcanzaba a quien pudiera, el tunjo, el poira, el duende, la madre monté y todos los demás personajes que ya habían aparecido en la fiesta del San Juan. Se bailaba y se tomaba hasta amanecer el día de San Pedro, cuando desde muy temprano se iniciaba el tradicional paseo, que consistía en trasladarse en hermosos y costosos caballos hasta la quebrada o el rio, en donde se pasaba el día entero en total parranda, lo que no cambiaba en la noche y continuaba al día siguiente en las haciendas hasta que todo el mundo pasando por los días de San Churumbelo y San churumbelito, caía rendido por el cansancio o doblegado por el licor. Muchas de estas tradicionales se han ido perdiendo tras el relevo generacional y la aculturación progresiva que afronta hoy la sociedad. Perduran, pero con otras características, otras formas y otras manifestaciones artísticas, las alboradas, la embarcación, las presentaciones artísticas, las cabalgatas, los encierres y las corridas. A lo anterior se han añadido el pregón, los bailes públicos y el reinado Sanjuanero. Fuente: Guia turistica y hotelera.
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